¿Por qué nos atraen los chicos malos?

Cuando vemos al típico chico malo se nos disparan las alarmas. Para nosotras se trata de un símbolo de deseo, un hombre masculino, apasionado, algo salvaje, incluso un poco desagradable, y todo eso nos encanta. Hablamos de la adrenalina de una relación llena de pasión y de riesgo, sin rutina aparente, aunque eso suponga un suicidio emocional.
El reto de la conquista imposible
A parte de la sensación de estar protegidas por un hombre fuerte y varonil, a las mujeres nos gustan los retos. Según la neuropsicóloga Louann Brizendine, autora de The Male Brain y de Female Brain, cuanto menos nos sonríe un hombre, más deseamos estar con él. Y es que no hay mayor satisfacción que conseguir que ese chico imposible, por el que todas suspiran y que parece pasar de todo, nos dedique una sonrisa. Conquistar y llevarte al rebelde inaccesible tiene mérito doble, aunque luego nos cueste horrores mantenerlo a nuestro lado.
Los expertos Peter Jonason, de la Universidad de Nuevo México, y David Schmitt, de la Universidad de Bradley, han hecho estudios que respaldan esta preferencia a priori ilógica. Deseamos conseguir a los hombres que menos nos convienen, con defectos de personalidad como egoísmo o narcisismo, que suelen situarse como implacables líderes de grupo.
Todas las películas románticas nos lo enseñan: la protagonista se enamora del malo, pero acaba con el bueno, y es que con los años la tendencia cambia. A medida que abandonamos la adolescencia y la etapa de la juventud con ansia de aventuras y empezamos a buscar a alguien con quien sentar la cabeza y compartir nuestra vida, dejamos de fijarnos en los chicos malos y queremos un compañero compatible, amoroso y agradable que nos de seguridad y estabilidad. Al final, la razón gana al instinto.