Gemimos para manipular en el sexo
Un estudio revela que más del 35% de las mujeres gemimos durante el sexo para hacer creer a nuestra pareja que está disfrutando y acelerar el coito. Los gemidos y orgasmos fingidos están echando a perder nuestra vida sexual.
Seguro que muchas lo hemos hecho. Si bien no hace falta llegar a fingir un orgasmo, a veces le ponemos un poco de emoción al sexo con algunos gemidos extras. Una investigación llevada a cabo en la Universidad de Central Lancashire revela que cerca de un 35% de las mujeres gemimos habitualmente durante el sexo para manipular a nuestra pareja.
Para el estudio se contó con 71 mujeres adultas y sexualmente activas, a las que se preguntó sobre sus hábitos y sonidos sexuales, desde los gemidos hasta expresiones como “sí, sí” o “más, más”. Los resultados mostraros que cuatro de cada cinco mujeres fingimos los gemidos la mitad de las veces que practicamos sexo.
Gemimos inconscientemente para excitarnos a nosotras mismas y a la pareja
Los gemidos sexuales ayudan a excitar a la otra persona, pero también a nosotras mismas. Igual que ya sabemos que a veces se fingen orgasmos para autoexcitarse, con los gemidos y expresiones que expresamos durante el coito ocurre algo similar. Por un lado, se encargan de aumentar la excitación de nuestra pareja sexual, que a la vez sube la intensidad del coito y hace que éste acabe antes. Hay que decir que muchas veces estos gemidos no son planeados, los producimos inconscientemente como parte del juego erótico.
Gayle Brewer, una de las encargadas de la investigación, explica por qué solemos fingir nuestros gemidos: “La mayoría de las mujeres no lo hace necesariamente por su interés. Por el contrario, el 92% de las participantes admite que es una forma de aumentar la autoestima de su pareja y hacer que se sienta seguro sobre su atractivo y desempeño sexual”
Algunas de las causas más comunes que nos llevan a fingir gemidos de placer son las ganas de que acabe el coito y el deseo de aumentar la excitación del momento. De esta forma, las mujeres influimos y manipulamos a nuestros amantes, subiéndoles la autoestima y satisfacción sexual. Bien por ellos, pero mal por nosotras. ¿No sería mejor gemir de verdadero placer?
