Si estás pensando en una cena romántica para una noche de pasión, apuesta por helado para el postre. Un estudio reciente asegura que comer helado aumenta nuestro deseo sexual por sus ingredientes y, por supuesto, también por la sugerente forma de comerlo. ¡Al rico helado!

Si paseamos de noche por las cálidas calles de Miami, en Florida, podemos encontrarnos con el carrito de helados Aphrodisiac Ice Cream Truck de Justin Price, quien asegura que es uno de los alimentos más estimulantes. Ahora, un estudio llevado a cabo por la Fundación de Investigación y Tratamiento del Olfato y el Gusto de Chicago confirma la idea de negocio de Price: los helados aumentan nuestro deseo sexual.

¿Qué hace que los helados sean afrodisíacos?

Hay una serie de componentes que hacen de los helados un alimento afrodisíaco y capaz de subirnos la libido. Para empezar, es innegable que comer helado es una acción muy erótica, especialmente si se come lamiéndolo directamente, sin cuchara. Esos sugerentes lametones activan nuestra imaginación y nos recuerdan al sexo oral, ya seamos hombres o mujeres.

Por otra parte, asociamos los helados con el sol, el verano y el buen tiempo, época del año en la que tenemos la libido más alta por la exposición al sol. Como extra, ¿quién no se siente mejor cuando recuerda las tan ansiadas vacaciones? Si estamos de buen humor también estamos más predispuestos a socializar y a intimar con nuestra pareja.

Los ingredientes con los que se elaboran los helados también son importantes para nuestro apetito sexual. El calcio de la leche ayuda a tener orgasmos más intensos y, si además elegimos el helado de vainilla contaremos con la potencia de esa especia afrodisíaca y aromática, reconocida como tal desde hace generaciones.

Una cualidad intrínseca de los helados es que están fríos. Hasta aquí todo sigue la lógica, pero incluso esta característica tan básica supone un granito de arena para aumentar nuestra libido y disfrutar más del sexo. El contraste entre el frío del helado y el calor de nuestra boca reactiva la circulación de la sangre en los labios, una zona muy erógena que de esta forma se vuelve más sensible a cualquier beso apasionado.