7 Tonteos del amor y la atracción
El mundo está lleno de bromas malas y casualidades forzadas por los enamorados

Una redactora de la web Belelú ha hecho una interesante reflexión sobre los tonteos típicos del amor, llegando incluso a veces a rozar el ridículo o las situaciones forzadas. Visto desde fuera, estos gestos son fácilmente perceptibles, sobre todo si conocemos bien a la persona que está enamorada y sabemos que de normal no se comporta así. ¿Haces todas estas cosas? Entonces claramente estás tratando de tontear con alguien que te gusta. ¡Qué viva el amor tonto!
Cosas inconscientes que hacemos para ligar
Cuando hablamos de ligar, hemos de diferenciar entre las técnicas de seducción que podemos emplear en una noche de fiesta, con alguien que acabamos de conocer, y cuando tratamos de captar la atención de un amigo o compañero. Poner ojitos, vestir nuestro mejor conjunto y beber seductoramente de una pajita no van a servir de nada para enamorar a ese chico tan mono que ves cada jueves en la clase de spining.
Muchas veces, los gestos de tonteo o el arte de coquetear nos sale sin darnos cuenta. No es lo mismo tratar de seducir a alguien siendo totalmente consiente que esas cosas que haces cuando hablas con tu amor platónico.
1 Piques y debates por cualquier cosa
La redactora de Belelú explica este fenómeno casi incomprensible (¿por qué queremos picarnos con quien nos atrae?) porque frente a alguien que nos gusta, los nervios hacen que infantilicemos nuestro comportamiento. Volvemos a ser niñas inocentes y un poco traviesas que quieren jugar un rato.
2 Contacto físico accidental (no tan accidental)
Este gesto involuntario tiene una explicación más lógica: esos contactos sin importancia mientras hablamos sirven para medir el nivel que confort que siente a nuestro lado. Si te tocamos el brazo y no se aparta, e incluso nos devuelve el toque en un momento dado, es que la cosa va bien. Tampoco olvidemos el poder electrizante de sentir el tacto de otra persona, es una forma de despertar a la otra persona.
3 Apodos y bromas compartidas
Buscamos puntos en común y queremos crear una especie de vínculo especial que los demás no comprendan, por eso a veces forzamos bromas que sólo entendemos nosotros. Este ejemplo también sirve para los apodos y el exceso de referencias a charlas anteriores que se han tenido a solas.
4 Le contamos toda nuestra vida
Haciendo ver que se ha convertido en nuestro mejor amigo, aprovechamos para contarle todo sobre nosotras y tratar de despertar su empatía. Tras una conversación de media hora ya sabe cuál es nuestro grupo favorito, a qué restaurante nos gusta pedir comida china; le hemos convertido en confidente y partícipe de nuestros problemas y alegrías.
5 Le reímos hasta las gracias que no tienen gracia
La risa es un mecanismo automático de nuestro cuerpo para despertar la simpatía en otra persona. Cuando le reímos todos los chistes a una persona lo hacemos para que se sienta cómoda y perciba que hay una conexión especial. El problema viene cuando, sin darnos cuenta, también nos reímos de los comentarios que nadie más ve como graciosos, con el riesgo de ponernos en evidencia.
6 Modificamos nuestro tono de voz
Aunque la otra persona no se dé cuenta, y seguramente nosotras tampoco, cuando estamos hablando con alguien que nos atrae solemos cambiar el tono de voz. Mientras algunas chicas la hacen más aguda y cantarina, por los nervios y para captar su atención, otras hablan más lento, con un tono seductor.
7 “¡Qué casualidad!” Y así todo el rato
Buscando reafirmar de nuevo ese vínculo, como si no hubiese bastante con las risas y las bromas compartidas, inexplicablemente nos damos cuenta de que coincidimos en todo. Este alud de casualidades en las que leemos el mismo libro, vamos al mismo bar a desayunar o ambos estuvimos en aquel concierto de Pulp de 2011, son en ocasiones algo forzadas, aunque siempre resultan divertidas.