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Una "teen" provocadora
¡Lo último!

Una «teen» provocadora

Tenía por lo menos cinco personas interesadas en la habitación que se le había quedado vacía en su piso. Los había citado casi uno detrás de otro, así que se avecinaba una tarde maratoniana. Con el tiempo, había logrado identificar quienes verdaderamente estaban interesados y aquellos que simplemente no se atrevían a confesar que la habitación no era lo que esperaban. Fueron pasando unos y otros hasta que, por fin, era el turno de la última. Miró el Whatsapp: una Erasmus.

La chica entró con una sonrisa de oreja a oreja y un español un tanto macarrónico, pero a Alfredo le pareció superadorable. Era delgadita, tenía el cabello negro azabache y largo y unos impresionantes ojos marrones que hablaban por sí solos. Hacía muchas preguntas, algunas un poco extrañas. No obstante, algo especial tenía para que Alfredo no pudiera dejar de mirarla.

Tras despedirse, unas horas más tarde, ésta le escribió un mensaje explicándole que, lamentablemente, a su madre no le hacía nada de gracia que viviera sola con dos chicos y que, por este motivo, no podía quedarse con la habitación. “Pero me gustas”, fueron sus últimas palabras.

Alfredo le dio las gracias por avisarle y la invitó a tomar algo algún día.

– ¿Mañana?- contestó ella.

Dicho y hecho, volvió a sonar el timbre de su casa. La chica tenía una pinta de niña buena que lo volvía loco. De hecho, seguro que no pasaba de los 20 años. Alfredo trajo dos cervezas y se sentó junto a ella en el sofá. Se fijó que llevaba un escote de vértigo que escondía un hermoso busto. De cuando en cuando, se tocaba el pelo de manera sugerente, aunque tampoco daba señales muy claras. Alfredo tenía que cambiar de postura en el sillón a cada poco para tratar de ocultar su incipiente erección.

Sin que este se lo esperara, aquella le plantó un morreo mientras apretaba con lascivia lo que se endurecía bajo su pantalón. Alfredo estaba a mil por hora y desvió sus manos hacia los senos de esta. Los sacó por encima de la camiseta hasta que quedaron juntos y frente a su boca. Los sobó tirando con sus labios de esos pezones enormes. Tenía unas tetas perfectas de tamaño y muy suaves al tacto. Continuó deslizando su lengua por ellas mientras la chica metía mano a su bragueta y alcanzaba su polla. Se inclinó hacia ella y la acarició con sus pechos. Alfredo la observaba súpercachondo.

Le miró fijamente a los ojos y se la metió en la boca, lamiéndosela despacio y, posteriormente, más rápido. Éste sujetaba su cabeza, pero solo como un acto reflejo porque ésta la chupaba como una diosa y no necesitaba ninguna directriz.

A punto de correrse, apartó esa boquita de niña mala de su miembro y le indicó que se tumbara. Separó sus piernas y se sumergió en su sexo. Su clítoris se hinchaba y esta gemía y se retorcía de placer. Pocos minutos después, estalló en su boca.

Hubiera esperado unos instantes a que se recuperara, pero ésta le hizo saber que la quería sentir dentro en ese momento. Entonces, la puso a cuatro patas y la penetró. La embistió con movimientos enérgicos y ella se acompasó divinamente a ellos. A ratos giraba la cabeza y le miraba a los ojos mientras le agarraba los testículos. Alfredo se precipitaba en su interior, agarrándola de la cintura y deleitándose con sus nalgas que se agitaban frenéticas. Enseguida acarició el clímax y se derrumbó sobre ella.

Ambos se quedaron abrazados un rato, aún desnudos, y con las latas sin abrir. La teen se volvió hacia él con su carita de no haber roto un plato y su sonrisa permanente. Qué morbo le daba esa ambigüedad.

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