Relato lésbico: Vídeo inspirador

Un vídeo excitante e inspirador
Los últimos días de agosto se presentaban insulsos, de la misma forma que parecía la tarde de Noelia. A eso de las 5 recibió un mensaje de su mejor amiga con el objetivo de sacarla del tedio y maquinar un plan entretenido, en la medida de lo posible. Fue a casa de la chica, quien la recibió con una limonada que había preparado esa misma mañana.
Conversaron largo y tendido hasta que, como era habitual, tocaron su tema favorito: el sexo. Ninguna de las dos tenía novedades, pero daba igual, era realmente divertido hablar sobre ello y siempre extraían nuevas conclusiones. Entonces, una bombilla se encendió en la cabeza de Noelia.
– Tía, ¡ya sé qué podemos hacer esta tarde! ¿Vemos un vídeo porno? ¿Te apetece?- preguntó emocionada a su amiga.
Eran tal para cual y a ella le pareció una buena idea, sobre todo a la vista de la tormenta de verano que presagiaba ese cielo cada vez más negruzco. Encendieron el ordenador y en menos de 10 minutos ya tenían el vídeo descargado y listo para visualizarlo y comentarlo.
Se tumbaron en la cama de Luisa y presionaron el Play, con ganas de ver hombres fornidos y pollas lustrosas. Sin embargo, lo que apareció en pantalla fueron dos chicas que, enseguida, empezaron a desnudarse y a restregarse sensualmente. Tras una sonora carcajada y aunque no era exactamente lo que esperaban, las amigas decidieron seguir viendo el vídeo. Quizás por timidez, en un principio no cesaban de comentar cada escena, cada roce erótico que se regalaban los cuerpos protagonistas.
A Noelia, muy canalla en sus comentarios, empezó a gustarle lo que veía. Se sorprendió a sí misma en la oscuridad de aquel dormitorio, con su amiga, excitada ante aquel cunnilingus que advertían sus ojos. Apretó sus piernas y experimentó un ligero calambre en su sexo. Observó de reojo a Luisa, que también permanecía atenta a la pantalla.
Le rozó sutilmente la cadera, consiguiendo arrancarle una sonrisa. “¡Qué concentrada estás, amiga!”, le espetó. Ese roce se convirtió en una guerra de cosquillas iniciada por una atrevida Noelia.
Tumbó a Luisa en la cama sin parar de hacerla reír. Se puso entre sus piernas y las sujetó para inmovilizarla. Sin pensárselo, tiró de sus braguitas y dejó al descubierto su sexo. Lo acarició y descubrió que Luisa, como ella, también estaba cachonda.
– ¿Estás segura?- preguntó a Noelia titubeando.
– Mmm… sí, me apetece probarte- respondió mientras jugaba con el vello púbico de Luisa.
Noelia se zambulló en las profundidades de su amiga con su lengua, inexperta y exploradora a partes iguales. Los gemidos de Luisa se fundieron con los de las actrices porno, poniendo a Noelia a mil.
Desabrochó su blusa, mientras Luisa se quitaba su vestido. Nunca antes había visto sus pechos, tan prominentes, tan simétricos. Restregó sus senos con los de su amiga y volvió a sentir que una ráfaga de calor invadía su ser.
Luisa, por su parte, echó un trago al vaso de limonada y, con los labios gélidos, chupeteó los pezones de Noelia, que se endurecieron al instante. Estaba fuera de sí, protagonizando su propia película porno.
Enloquecidas, se masturbaron la una a la otra mientras intercambiaban besos furtivos que casi todo el tiempo eran interrumpidos por sus incontrolados jadeos.
Luisa no pudo aguantar más y se corrió ruidosamente, mientras Noelia, sentada sobre ella, apuraba los últimos segundos de placer que le estaba brindando su amiga.
Después de eso, se prometieron no contarlo nunca a nadie. Aunque no hablaron de no volverlo a repetir.
Andrea B.C