Relato erótico: «Una excursión con final inesperado»

Esto que paso a relatar me ocurrió hace unos añitos. Fue una época en la que me aficioné al senderismo, así que me apunté a un grupo que organizaba salidas casi todos los fines de semana. No era yo muy experimentada ni tampoco una alumna aventajada y, en la mayoría de las excursiones, siempre quedaba la última. ¡Y no porque no me esforzara!
En una de las rutas, cuando llevábamos un rato andando, perdí de vista a la mayoría de las personas y tan solo podía atisbar a uno de los monitores. Se llamaba José y tendría unos 35 años (yo tenía 23). Él se giró y observó que me estaba quedando atrás, así que se paró a esperarme. A mí me pareció un bonito gesto y así se lo hice saber. Enseguida entablamos conversación y de este modo, verdaderamente, el camino se hacía más ameno. Hablamos de la montaña, de nuestros trabajos, en fin, de todo un poco.
Él era muy deportista y se le notaba. Tenía unos brazos bien definidos y sus piernas parecían fuertes. También me gustó su barba incipiente y sus ojos. En ocasiones, el terreno se hacía un tanto complejo y él, con absoluta profesionalidad, ponía de su parte para que yo no tuviera ningún problema en salvar los obstáculos.
En un momento me ofreció agua de su botella y he de admitir que me encantó beber del mismo sitio en el que acababan de posarse sus labios. Bebí sin dejar de mirarle y él no hizo sino sonreírme.
Tenía ganas de orinar, así que me dijo que le diera un segundo. No se alejó en absoluto de mí y pude ver cómo se bajaba la cremallera y emergía un enorme miembro de sus pantalones. Me sonrojé al mirarlo, pero continuaba sin apartar los ojos. Esas vistas me estaban excitando. Súbitamente se dio la vuelta sin darme tiempo a disimular. Me pilló de lleno.
- ¿Te gusta lo que ves?- me preguntó desafiante
- La verdad es que mucho- escupí casi sin pensar.
Entonces, se metió la polla en los calzoncillos y vino hacia mí. Se quedó pensativo mirándome un segundo y, finalmente, me besó. Sus besos me pusieron a mil y notar su erección fuera del pantalón, mucho más. Su lengua buscaba la mía y yo la de él. No pude reprimirme y le cogí del paquete, sobándolo. José se la sacó y su tremenda verga quedó sobre sus calzoncillos. La agarré para masturbarla, mientras él me apretaba fuerte del culo para pegarme a su cuerpo.
Él me subió la camiseta un poco hasta conseguir sacarme los pechos del sujetador, quedando al aire libre, en pleno campo. Los acarició y mis pezones reaccionaron al instante.
Me arrodillé frente a él y empecé a comérsela, mientras él tenía sujeto mi cabello. Podía oír sus jadeos y sus ganas de más. Me apartó de su pene, ya que me susurró que estaba a punto de correrse. Me puse nuevamente de pie y él me desabrochó el botón del pantalón y me lo bajó un poco. Sus dedos juguetearon con mi coño húmedo y su polla se aproximaba a ella la mar de tentadora.
Nos apoyamos en un árbol sin parar de besarnos ni de magrearnos y él me instó a ponerme de espaldas a él. Me terminó de bajar todo y abrí las piernas. De repente, sentí su lengua devorarme mi ano y mi vagina y rocé el cielo.
De nuevo, introdujo sus dedos y seguidamente noté su primera penetración. Me agarró de las tetas por detrás y comenzó a embestirme. Notaba cómo sus testículos rebotaban en mis nalgas y me mojé todavía más.
Un par de palmadas en mi trasero y se corrió. Fue un sexo breve pero súper intenso. Estuve cachonda todo el camino de regreso al grupo y deseando que nos perdiéramos otra vez.