IMPORTANTE. Sólo para mayores de 18 años

Sólo puedes acceder a Pasionis.es si eres mayor de 18 años. 

Por favor, confirma que tienes más de 18 años o haz click en «salir».

Relato erótico: Metrosexual
¡Lo último!

Relato erótico: Metrosexual

En este capítulo del relato erótico 'Los apetitos carnales de Almudena', la escritora Anna Genovés mezcla sexo y deporte. La joven Pasión25 surge de nuevo junto a un metrosexual de gimnasio que sabe a sal marina...

Los apetitos carnales de Almudena

4. Metrosexual

Tras el placentero banquete con el vampiro Eric Northman, Almudena lleva unos días más contenta que unas castañuelas. El sexo virtual le ha gustado muchísimo. Ahora sabe que puede montárselo con cualquier famoso y está satisfecha.

El puente de la Constitución colapsa Madrid, y ella quiere liberar dopamina envuelta en su fantasía. Nada mejor que una sesión muy intensa en el gimnasio. Piensa que estará vacío, y acierta.

El complejo deportivo se encuentra en el piso décimo de un megalítico bloque de apartamentos. Cuando sale del vestuario, sonríe. Sólo cuatro despistados como ella pululan por la sala de fitness. Comienza su rutina y, de repente, ve a Gabriel, el metrosexual del gym que trabaja de encargado en una conocida tienda de ropa. Bien, disfrutaremos de las vistas.

El chico lleva una camiseta blanca de que realza su esculpido cuerpo y sus perfectos bíceps. Cuando hace nominadas, el sexo de Almudena se humedece. Los pezones endurecidos siluetean su top. Ella aprieta los muslos y sigue mirándolo con los párpados entornados, cercana al éxtasis. Sus fosas nasales se abren, huele la tetosterona de ese hombre que acrecienta sus deseos carnales.

Sus miradas se cruzan, la empatía es recíproca. Almudena, que es muy felina, camina hacia ese hombre de metro ochenta y pico, cabello azabache, ojos avellana y piel bronceada. Hace unos estiramientos en un pilar cercano a él para que la mire; camina con sus dedos por la superficie anaranjada y baja hasta el suelo. El metrosexual clava la mirada en el letrero de sus braguitas ―al descubierto en tan sugerente postura―: “I want you sex”, reza el elástico. Cuando Almudena se levanta, lo ve observándola y sonriendo. Se acerca a él contoneándose.

― ¿Qué tal estás? ―le pregunta.

―Como siempre ―contesta con una mueca tan azucarada que apetece darle bocados.

Termina la rutina y se ducha; no puede evitar pensar en las manos de Gabi enjabonándola. Coinciden en el ascensor. Cuando se agachan a recoger las mochilas sus bocas se rozan en el aire la fragancia a mujer se esparce.

― Mmm ¿te apetece tomar algo? ―pregunta el chico.

― Bueno… ―contesta ella, remolona.

Tras diez minutos dando vueltas en busca de una mesa libre, deciden acercarse a casa del imponente chico, que vive en el bloque colindante. En el vestíbulo del apartamento, Gabi no le deja ni hablar. La toma en brazos y la lleva al dormitorio. Ella se desternilla cuando la lanza sobre la cama y comienza a desnudarla, lo que hace que el sexo de Almudena se hinche. Gabi lo intuye y acaricia su brasileña negra con pintas de colores y encaje al tono.

― Espera un momento, por favor, déjame que te quite la ropa ―es la primera vez desde que rompió con su novio que Almudena ruega algo en el terreno erótico.

― ¿Mmm? ―insinúa Gabi un tanto desconcertado.

― Quiero jugar un poquito, ¿me dejas? ―sugiere Almudena rozando su entrepierna.

― Soy todo tuyo ―contesta.

Almudena lo desviste despacio, mirando ese cuerpo hercúleo con el que ha soñado tantas veces. Quiere que los preámbulos se bauticen como una apetitosa golosina. Acaricia cada uno de sus músculos, lamiendo el contorno del tatuaje celta que cubre su hombro y baja hasta el abdomen, exento de grasa y modelado como una tableta de chocolate con leche extrafino. Sigue amasando sus pectorales, mientras baja hasta los bóxers con mimo. El sólido miembro azota sus labios. El mero hecho de estar sobre su torso hace que la carnosidad de su vulva se abra, dilatada y excitada. Palpitante.

La vivienda tiene calefacción central. El sudor resbala por los cuerpos sobrexcitados. Los fluidos internos de Almudena se mezclan con los aromas externos. Surge Pasión25, la bestia.

― No te muevas ―insinúa, resbalando las uñas por el pecho de Gabi.

― Tranquila…

Pasión25 se levanta y busca en el armario. Saca dos corbatas y un pañuelo con el que cubre los ojos de su presa. Con las primeras, ata sus muñecas al dorsal de la cama. Después, va a la cocina y coge varios cubitos de hielo. El metrosexual le espera maniatado y excitado; su pene sobresale por el borde del calzoncillo. Pasión25 coge los cubitos de hielo y los desliza por su cuerpo. Gabi tirita momentáneamente, después, se agita.

Pasión25 sigue con su juego, arañando las piernas de Gabi mientras le baja el slip acompasadamente y rodea su pene con el gélido cubilete. Es hermoso y potente, circunciso. Lo devora lentamente en la felación más apasionada que ha realizado hasta ese día, mientras siente los espectaculares cuádriceps del adonis vibrando bajo su clítoris.

La miel de Gabi resbala por su boca. Los aromas a hombre y a mujer se expanden por la alcoba, formando un cóctel de bestial sensualidad.

Cuando Pasión25 sale del apartamento, relame sus glotones labios en busca de las últimas gotas del jugoso manjar que ha paladeado. Están salados como un canapé de Beluga. Sabe que volverán a estar juntos.

 

¿Quieres leer más textos de Anna Genovés? Visita su blog, Memoria perdida.

  • Mar

    A mí no me pasa nada parecido en el gym. ¡Yo quiero! Anna, me ha gustado muchísimo.
    Mar

  • Anna Genovés

    Jajajaaaa… ¡A mí tampoco! Gracias Mar. Espero que sigas leyéndonos con iguall entusiasmo. Anna

  • G N

    Nos enganchamos de Pasion25. No dejes de escribirla,Goticos

  • Milenio

    Me gustó este chico con sabor marino…

Uso de Cookies - Pasionis.es utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies. Si quieres saber más sobre las cookies haz click aquí

ACEPTAR
Aviso de cookies