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Relato erótico: "Lento y profundo"
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Relato erótico: «Lento y profundo»

Ya ni se acordaba de las noches que hacía que no dormían juntos. Lo cierto es que Fernando estaba hasta arriba de trabajo esos días y tenía pinta de que continuaría así hasta Año Nuevo. Luisa le propuso encargarse ella de buscar un hotel, aunque fuera solo para estar una noche juntos, como un oasis en medio del desierto.

Llegó pronto, mucho antes que él, hizo el check-in y le esperó en la habitación. En teoría, apenas faltaban 20 minutos para que él apareciera. No quería tumbarse en la cama para que él viera las sábanas intactas, pero los minutos fueron pasando y no daba señales de vida. Era casi medianoche y empezaba a encontrarse somnolienta. De repente, un golpecito en la puerta.

Lo cierto es que Fernando tampoco traía cara de mucha fiesta. Se le veía cansado y, tras darle un cariñoso abrazo, pasó a la ducha. Mientras tanto, ella se desvistió, quedándose únicamente en ropa interior y se deslizó bajo las sábanas, tratando por todos los medios de no dormirse hasta que Fernando no saliera del baño.

Unos momentos después, se tumbaba junto a ella, en modo cucharita. Fernando la rodeó por la cintura, acariciándole sin malicia los pechos. Luisa aproximó aún más el trasero a su paquete, hasta sentirlo por completo. Le gustaba rozarse de esa manera con él y comprobar cómo su excitación aumentaba. Continuó restregando sus nalgas mientras éste las pellizcaba sugerentemente.

Entonces, él agarró sus tetas, acariciando cada centímetro de ellas sin prisa. Luisa notó que su erección comenzaba a sobresalir por sus calzoncillos y mientras Fernando jugaba con sus pezones, aprovechó para alcanzar su polla.

Sin cambiar de posición la sacó de sus boxers y siguió restregando su trasero con ella. Su pene tieso se frotaba sin parar con su culo, alcanzando sus labios vaginales. No sabía si estaba más mojada ella o él a esas alturas.

Fernando le apartó el tanga y Luisa colocó una pierna sobre las suyas. Sin apenas esfuerzo, la penetró sin dejar de sobarle las tetas. Le mordía el cuello mientras la embestía y ella giraba de cuando en cuando la cabeza para encontrarse con sus labios.

Juntó sus piernas para sentir más su verga entrando en ella, recreándose cada vez que alcanzaba lo más profundo de su ser.

Fernando se puso sobre ella mientras continuaba boca abajo en la cama, con el trasero ligeramente levantado. Volvió a penetrarla, primero despacio y poco a poco con más intensidad. Luisa elevó aún más sus nalgas hasta colocarse a cuatro patas, mientras Fernando le daba sin piedad. Enseguida los gemidos de ambos se apropiaron de aquella habitación de hotel en penumbra.

Luisa notaba sus testículos golpeando la entrada de su vagina y se puso a mil. Se masturbó frenéticamente mientras éste la follaba sin tregua, ya ajeno al cansancio que denotaba su rostro cuando entró en el dormitorio.

Cuando saboreaba las mieles del clímax, Fernando le pidió que se diera la vuelta y se pusiera boca arriba. Instantes después, su semen caliente rociaba sus senos y sus pezones, todavía erectos.

 

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