Relato erótico: Cabalgando las olas

Cabalgando las olas
Me encanta ir a una playa que tengo cerca de casa a diario. Una cala solitaria, no va casi nadie, no hay tiendas, hoteles, paseos,… Me gusta ir a relajarme, tomar sol, bañarme, estar sola, masturbarme.
A esta playa suelen ir muchas personas que les gusta hacer windsurf, por el viento que hay.
Con frecuencia suelo ver a un chico de unos 27 años, es un poco hippy pero guapísimo, pelo rubio y quemado por el sol, un cuerpo musculoso por el deporte que hace, y alto. Muchas tardes nos miramos, nos sonreímos y nada más. Me excita verle coger las olas, cómo se mantiene en pie, es algo que me pone muy cachonda y me humedece.
Habían pasado unos dos meses desde la primera vez que coincidimos en la playa y esa tarde decidí ponerme cerca de sus cosas. Cuando salió del agua mi corazón empezó a latir fuertemente y noté cómo se hinchaba mi clítoris y me notaba más y más húmeda. Empecé a hablar con él sobre el windsurf, notaba que él también se sentía atraído por mí. Había pasado un buen rato y los dos seguíamos allí hablando. Estaba loca por besarle, tocar su pecho y llegar a su pene, que empezaba a tener una pequeña erección. Respiré profundamente, me acerqué a él y rocé sus labios. Él se acercó a mí también y comenzó a besarme con más intensidad, como si me quisiera comer.
Se acostó sobre mí, siguió besándome mientras bajaba sus gruesos dedos por mis pechos por mi cintura, hasta que metió la mano en mi bikini. Me dio vergüenza que me notase tan húmeda, pero en cambio me dijo que le ponía muchísimo notar lo cachonda que estaba.
Empezó a masajearme el clítoris y yo a gemir de placer, me quitó el bikini y bajó dándome besos. Empezó a lamerme el clítoris y yo cada vez gritaba más. Temblaba del placer tan intenso que sentía.
Él se quitó el bañador y yo comencé a masturbarle. Notaba su pene caliente entre mis manos y eso me gustaba.
Abrí mis piernas y me puse encima de él, nuestros sexos empezaron a rozarse y poco a poco fue metiéndola dentro de mí. Lentamente, empecé a cabalgar encima de él. Su cara era la expresión de la gloria. Me pidió que me quitase la parte de arriba del bikini para ver cómo se agitaban mis pechos. Puso sus manos sobre mis caderas y comenzó a apretarme y a dirigir el movimiento. El orgasmo que sentí fue indescriptible.
Anónima